Por Daniel Ricardo Jiménez Bejarano
El joven novelista haitiano Evans Cadet-Okan, con arte de avezado orfebre, nos dona con “Agar” un aire que de tan antiguo es apenas nuevo, un aliento de recién nacido habitado por eones y universos, que así, en plural, se tejen y destejen. “Agar” es la historia del encuentro con el Ángel, que en todos y en todo tiempo habita, usando como referente y escalera, el relato bíblico de la madre de Ismael, padre arquetípico de los pueblos árabes.
La esclava desdeñada, a punto de morir en el desierto, es confortada por Chamuel, mensajero celeste: así comienza un diálogo que evoca la literatura sapiencial hebrea, al libro de Job, y al cántico de Miriam en el Éxodo; diálogo que se establece como iniciación y plegaria compartida, profecía de grandeza para el niño de brazos, pero ante todo, anuncio de reconciliación con el Amor con mayúsculas, ese que está por encima del tiempo, de las leyes de la física, y del inflexible lazo de hierro de la materia.
Considero que llamar “novela” a este texto no es más que, un intento fallido por ubicar dentro de un género determinado, una escritura por demás indefinible: podría haberse etiquetado como libro de oraciones, como grimorio, como intento de pronunciar los nombres olvidados de Dios. Sorteando con maestría los lugares comunes de la “nueva era” y la “autoayuda”, logra servir, como bien dice el subtítulo de la “novela”, un soplo de esperanza en el dolor. Esto gracias a la eficaz combinación de estrategias de escritura, pues en este libro se conjugan la poesía, el aforismo, la simbología cromática de los dibujos que acompañan cada capítulo, y el manifiesto expreso por una espiritualidad sin dogmas ni liturgias, una espiritualidad hecha de silencio y atención, de brutal sinceridad y dependencia absoluta para con las potencias del espíritu.
Considero que la mayor virtud de “Agar”, la novela de Cadet- Okan, es precisamente esta versatilidad. Si bien el tópico del encuentro con el ángel, o su figura equivalente en todas las culturas, atraviesa la historia toda de la literatura, desde las narraciones ancestrales recogidas por la tradición oral, hasta los textos de Paulo Coelho “Diario de un Mago” y “Valkirias”, las novelas de la húngaro- polaca Hania Czajkowski, o las sagas de Fernando Trujillo, pasando por el mítico “Libro de la Ley” de Aleister Crowley, o los testimonios visionarios de Jack Parsons; nada emparenta a “Agar” con esa tradición.
Se está en presencia de un relato sin pretensiones, sin luchas cósmicas entre el bien y el mal, sin experiencias numinosas, sin estados alterados de conciencia, o recorridos por percepciones alteradas, sin tramas alambicadas en busca de efectos propios del suspense o el terror. Se trata de una bocanada de aire fresco, de una espiritualidad sin apellidos.
Agradezco al editor colombiano Edilson Villa, y a Sakura ediciones, el haberme acercado estas letras de sosiego y esperanza, y por supuesto, a Evans Cadet-Okan el haberme permitido respirar de nuevo, en medio de tanta literatura pensada para oprimir y no para liberar, para angustiar y no para consolar. “Agar”, lectura recomendable para tiempos sombríos.
Palmira, Valle del Cauca, Colombia 2021.
Comentários